Que nadie lo dude: este Madrid va a luchar por la Liga hasta su último hálito de vida. De momento, ha vuelto a retomar el mando del campeonato con un triunfo incontestable en un estadio donde otrora sufría y ahora juega al tenis, a tenor de sus dos últimas goleadas en Nervión.
La pegada descomunal de los blancos fue clave, sobre todo en una primera parte donde el Sevilla opuso una férrea resistencia, gozando de claras ocasiones que casi siempre murieron en los guantes de un Casillas inconmensurable que nos regaló una parada antológica muy similiar a la que ejecutó ante Perotti hace un par de años en el mismo escenario.
Sin embargo, no sería justo centrar todos los elogios en el cancerbero de Móstoles. Dos hombres más brillaron por encima del resto. Hablamos, cómo no, de Di María y Cristiano Ronaldo.
El argentino es ya un habitual en la sección de destacados madridistas, pero no tiene el 'glamour' de algunos de sus compañeros. Suyos fueron los pases en los dos primeros tantos, obras de CR7 y Callejón, y remató la faena anotando él mismo el 0-4 en una contra de libro que define perfectamente al que pasa por ser equipo más vertical del mundo.
En cuanto a Cristiano, que venía muy tocado tras su flojo partido ante el Barcelona, fue de nuevo el 'animal' que ve puerta con asiduidad y destroza rivales casi sin pestañear. Al Sevilla ya le hizo cuatro la pasada temporada y este sábado se conformó con tres.
En el primero, se coló entre los lentos centrales rojiblancos para culminar un gran pase con el exterior del 'Ángel' Di María, aunque fue en el segundo donde sacó a relucir toda su rabia por lo visto y oído tras la debacle ante el eterno leviatán azulgrana con un zapatazo que clavó en la escuadra izquierda de la meta defendida por Javi Varas. El de la 'pedrea' fue de penalti cometido por Fazio sobre Benzemá cuando el duelo y, sobre todo, el Sevilla ya agonizaban.
Un partido raro
Lo más curioso es que ni el más optimista de los merengues hubiera previsto un marcador como el 2-6 de la pasada Liga visto lo visto en la primera media hora de partido.
Porque fue el Sevilla el que llevó la manija del encuentro en el tramo inicial del duelo, por mucho que el marcador dijera lo contrario. Pero unas veces Casillas y otras la falta de definición de los jugadores locales evitaron que llegara el tanto de la igualada.
Y ya se sabe lo que le pasa al que perdona la vida a este Madrid. Callejón puso el 0-2 en el electrónico tras otro pase medido de Di María y Cristiano cerraba el partido, al menos desde el punto de vista anímico, con su espectacular 0-3.
Ni la expulsión de Pepe por doble amarilla al filo del descanso supuso un gran contratiempo para los de Mourinho, que se defendieron con orden y sin demasiados sobresaltos en un segundo tiempo en el que el Sevilla fue muriendo segundo a segundo preso de su impotencia.
Los restantes tantos no alteraron el orden de las cosas y sólo sirvieron para redondear un marcador caprichoso que calcó el de hace pocos meses en el Pizjuán. Eso sí, Manu del Moral pudo haberse ahorrado su patada por detrás a Arbeloa, con la consiguiente roja, cuando el partido era ya puro fuego de artificio, decidido como estaba.
Como sea, el Madrid fue una apisonadora y no desaprovechó los huecos en la defensa local para hacer más sangre. El líder había despertado como un león enjaulado y ya mira con rabia a los ojos del Barça. Que nadie lo dude: queda mucha Liga.
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