El Real Madrid ventiló con sosiego el trámite antes de su inmersión en la Liga de Campeones, rentabilizó las penurias de un resignado rival, el Racing, y sumó su decimoctava victoria en diecinueve partidos para reposar a trece puntos del Barcelona, que el domingo recibe al Valencia.
Eran demasiados contratiempos para el cuadro cántabro, que se encontró desde el minuto seis con desventaja en el marcador, después de que Ronaldo cerrara una acción dentro del área de Kaká.
Fue el centrocampista brasileño, al lado del alemán Mesut Ozil y de Esteban Granero en el centro del campo, el que se desmarcó del sopor que alcanzó el encuentro a raíz del gol. Cada partido es un paso adelante para el sudamericano, que se toma cada minuto con una notable predisposición.
Al talento sumó brega. Fue lo más aseado de la primera parte, decaída a excepción de los alardes de Kaká y de esporádicos latigazos, aislados, de Cristiano Ronaldo, de Karim Benzema o el animoso Marcelo, de vuelta a su lateral, el izquierdo, una vez superadas las dolencias musculares que le dejaron en la enfermería por un tiempo.
El Racing asumió el choque resignado. No se inmutó tras el gol inicial. Se mantuvo en pie. Durmió el partido. A la espera de cualquier acción aislada. De una jugada a balón parado que tuviera premio para seguir sumando. Igual que en las últimas tres jornadas, en las que 'rascó' igualadas ante Atlético, Levante y Valencia.
El gol de Karim Benzema, al filo del intermedio, desarmó definitivamente al conjunto de Juanjo González. El retorno del argentino Ángel Di María alentó la segunda parte, trabada, con intermitencias (incluso un amago de apagón). El 'fideo' dejó su impronta en la primera ocasión. Soltó un zapatazo desde el vértice del área y rubricó la sentencia.
Con el duelo roto y el Racing entregado, el Madrid se topó con espacios y al meta Toño de frente una y otra vez. Benzemá redondeó el choque al final. Con un disparo que encontró en su trayecto la colaboración de un rival.
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