El último partido de River en 2011 se puede encuadrar en alguna de las tantas paradojas que escribió el fútbol en su historia. Un equipo que jugó mejor, que merecía más y que en su pico de funcionamiento no consigue el gol. Pero luego, cuando peor rinde, en el momento en el que el rival se viene y amenaza con romper la lógica del dominio anterior, entonces sí llega el gol salvador. Ese es el resumen perfecto para River 1 vs. Patronato 0, una victoria que llegó con sudor y sufrimiento, con un gol de Carlos Sánchez por errores rivales.
Pese al dominio hombre por hombre que tenía el equipo de Matías Almeyda sobre el paranaense que dirige Marcelo Fuentes, la historia negra reciente de River en el Monumental pareció cobrar forma. Hay algo deportivo y mucho de psicológico cada vez que el equipo juega en su estadio ante su gente, por lo menos en este 2011 y el semestre anterior, ya que perdió tanto como ganó.
En el Clausura, en primera, tuvo tres éxitos, igual cantidad de empates y cuatro caídas, para luego empatar en la Promoción con Belgrano. En la B Nacional, donde supuestamente debería sacar amplias diferencias por el conocimiento del terreno y por el apoyo de su gente, ganó nada más que dos (uno el de ayer, con lo justo y mucho nervio, y el anterior con Chacarita, también por la mínima diferencia), empató uno (con Central) y cayó ante Atlético Tucumán.
Está claro: la cabeza pesa en River. Ayer, pese a jugar mejor, cayó inevitablemente en el diván psicológico que lo tiene como rehén. Pese a las buenas actuaciones de Cavenaghi y Alejandro Domínguez, pese a contar con varias situaciones de gol como para abrir el marcador en la primera mitad (un par de Ocampos, una del capitán y goleador y otra del Chori), el arco se le negó. También chocó con la muy buena tarea de Sebastián Bértoli, el arquero de Patronato, que fue la figura del partido.
Cerrado el primer tiempo en cero, a la vuelta Patronato tuvo dos posibilidades de convertir en la misma acción: en un mano a mano, Jara metió el tiro en el palo y del rebote, Casado, con tiempo para pensar, se apuró para tirar su remate por encima del travesaño. La respuesta no se hizo esperar: el equipo de Paraná volvió a fallar, esta vez en defensa, y tras sucesivas fallas entre cuatro compañeros, la pelota le quedó a Carlos Sánchez, que con un remate cruzado marcó el gol para la victoria.
El que viene será un año que no admitirá concesiones. Son sólo dos cupos para reforzar el equipo. Aunque por lo visto, el refuerzo que más necesita River es templanza para no ser rehén de sus altibajos emocionales.
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